Mayra Martell gana el Primer premio Ankaria Photo
Un proyecto que refleja el estilo de vida de las mujeres ligadas a los cárteles de la droga
La fotógrafa documental Mayra Martell (Ciudad Juárez, México, 1979) ha resultado ganadora de la primera edición del Premio Internacional “Ankaria Photo”. El proyecto ganador recoge el trabajo realizado por Mayra Martell desde 2017 en torno a la región mexicana de Sinaloa y el mundo del narcotráfico, que genera a su alrededor “estilos de vida, valores, expresiones, músicas y mitologías que se erigen en un modelo aspiracional para muchas personas en esa región”.
Lo que empezó siendo una investigación sobre las “buchonas” (mujeres ligadas al mundo del narcotráfico) basada en el seguimiento de sus perfiles en Instagram, se convirtió después en un trabajo de campo realizado en la ciudad sinaloense de Culiacán y tomando como modelos a estas mismas mujeres.
Martell proyecta en su trabajo su fascinación por el estilo de vida de estas mujeres, sus múltiples intervenciones quirúrgicas con finalidad estética y su forma de vestir, en la que expresan una extraordinaria predilección por las marcas del lujo. Todo ello, constituye una investigación sobre la belleza como elemento de poder y el selfie como herramienta de representación. De su experiencia durante la realización de este proyecto, Martell dice haber experimentado “el vaivén del terror como una dualidad de la belleza”.
Mayra Martell ha desarrollado su trabajo documental principalmente en regiones de América Latina en el tema de la desaparición forzada. Su trabajo ha sido expuesto en España, Alemania, Canadá, México, Argentina, Francia, Colombia, Guatemala, Venezuela y los Estados Unidos, Brasil entre otros países.
El paisaje urbano de Jon Gorospe
Por lo que respecta al proyecto de Jon Gorospe, éste supone una inmersión en la red para capturar y refotografiar cien vistas del paisaje urbano del País Vasco extraídas de mapas y callejeros online y realizadas por usuarios de las plataformas digitales. Del cuerpo completo de imágenes, Gorospe extrae una primera conclusión: “la constante homogeneización de los lugares construidos, su intercambiabilidad y despersonalización”, aunque todavía encuentra atisbos de esperanza “en ciertos signos visibles que sirvieron para la construcción de una identidad como la vasca”.