La Fundación Ankaria en colaboración con PhotoEspaña presenta en Santander el proyecto Dummyworld, una exposición que pone en diálogo el trabajo de Mayra Martell (Ciudad Juárez, México, 1979) y el de Jon Gorospe (Vitoria, 1986), los dos autores ganadores del Premio Ankaria Photo 2021. Desde posiciones complementarias, ambos nos permiten reflexionar en torno a nuevas vías expresivas para la fotografía del siglo XXI que se alejen del pasado documental de la imagen como instante y anticipan caminos diferentes a explorar en la época de Internet, los smartphones y las redes sociales.
Por un lado, Wildhunting de Mayra Martell, refleja hasta el paroxismo las paradojas que se generan en Instagram en relación con la representación de la imagen propia, un mundo ficticio donde las mujeres de los narcotraficantes de Sinaloa (conocidas como buchonas) se exhiben del mismo modo que las parejas de futbolistas famosos (WAG) o las hermanas Kardashian, una mezcla entre intimidad y extimidad que es tan sorprendente como increíble. Por otro, el continuo rastreo web que plantea la serie Noraezean de Jon Gorospe en relación con el paisaje vasco a través de Internet en su búsqueda de lugares no retratados por la cámara de Google, una flânerie que nos acerca hoy a la identidad del lugar de un modo diferente al de hace unas décadas. Si antes las topografías eran físicas, ahora existe una nueva cartografía online que puede ser manipulada de manera fácil e interesada.
Wildhunting de Mayra Martell
El cártel del narcotráfico más importante de México está situado en Sinaloa. No sólo es una organización criminal, sino también un poderoso corporativo empresarial y un factor de poder tanto en la política local como en la nacional. De su influencia dan cuentan estilos de vida, valores y giros lingúísticos compartidos, modas y expresiones musicales, una mitología que ha romantizado y dado trato épico a quienes se dedican a las actividades relacionadas con el trasiego de drogas. La narco-economía devino narco-cultura y de ésta emergen un elenco de personajes que afirmaron a ambas como modelos aspiracionales: el capo, el narquillo, el sicario, la buchona o los plebes están dispuestos a matar o morir en la defensa de un territorio, en una confrontación con la policía o las fuerzas armadas o en un ajuste de cuentas entre bandos rivales.
En el 2016 Mayra Martell empezó a seguir en Instagram a varias mujeres de Sinaloa ligadas con el narcotráfico, especialmente a las llamadas buchonas. La fascinación por todo su mundo, su estilo de vida, las intervenciones quirúrgicas, su forma de vestir con las marcas de moda más caras del mundo, los viajes, los excesos y su relación con narcotraficantes, despertaron algo más que curiosidad en ella, por lo que empezó a coleccionar sus publicaciones entre sorprendida y admirada. En el 2017 se mudó a Culiacán, para seguir con el proyecto e intentar trabajar con ellas. Mayra confiesa que fue como llegar a Disneylandia. Empezó entonces a reconocerlas en diferentes lugares, restaurantes, locales de moda, bares, etc. Las locaciones las obtenía en sus publicaciones de Instagram, donde siempre dejaban registro de los sitios que frecuentaban. Cuando le preguntaban, su explicación era que estaba realizando un documental sobre la moda en Sinaloa. La exagerada autorrepresentación de los selfies de las buchonas, que alcanza el esperpento en muchas ocasiones, le permitió seguir esta exploración durante largo tiempo y entender que esa fascinación que despierte la belleza y el lujo asociado a la apariencia que se promueve en redes sociales, también es un elemento de poder.
Mayra Martell ha desarrollado sus series documentales principalmente en regiones de América Latina, centrándose sobre todo en el tema de la desaparición forzada. Su trabajo ha sido expuesto en España, Alemania, Canadá, México, Argentina, Francia, Colombia, Guatemala, Venezuela y los Estados Unidos, Brasil entre otros países.
Noraezean de Jon Gorospe
Poco después de la invención de la fotografía se pusieron en marcha, sobre todo en Francia, las llamadas misiones fotográficas: viajes y proyectos de encargo que tenían como finalidad documentar y dar a conocer paisajes, tradiciones o sociedades lejanas. Siguiendo aquel espíritu y recogiendo el testigo de aquellos pioneros, tanto estético como conceptual, Jon Gorospe, convertido en una especie de flâneur digital —un paseante que recorre Internet a la deriva y sin rumbo fijo— se ha sumergido en la red, ha capturado y ha refotografiado cien vistas del País Vasco extraídas de mapas y callejeros online. Estas imágenes, subidas a Internet por usuarios y usuarias de estas plataformas digitales, registran algunos rincones aún no captados por las cámaras de Google, gigante que desde hace años escanea nuestras calles y carreteras, ampliando así el mapa sobre el territorio.
El archivo resultante de la exploración digital realizada por Gorospe se ha circunscrito geográficamente al territorio urbanizado vasco y encuentra su centro de atención en los paisajes alterados artificialmente, ya sea con fines urbanísticos, industriales o estéticos. Puertos y zonas industriales, paseos y plazas o campus universitarios y centros deportivos son algunos de los espacios a los que ha dirigido su mirada.
En definitiva, Noraezean nos ofrece una nueva aproximación al paisaje de Euskal Herria —hiperregistrado, hiperfotografiado, con gran carga histórica y simbólica— en la que caben algoritmos, sonidos, redes y periferias. Una mirada que actualiza y resignifica nuestro imaginario sobre el paisaje vasco.
El trabajo de Jon Gorospe mantiene una línea de investigación abierta sobre al paisaje del siglo XXI y su relación con el hombre de hoy. Su obra ha sido expuesta principalmente en países europeos como España, Noruega, Italia y Portugal, entre otros.